Publicado originalmente en RBMA Radio Panamérika, el 16 de julio de 2012.
¡Por fin llegó Ondatrópica! La potencia polirrítmica colombiana
Un trabajo sublime y extraordinario, cuya seriedad hay que confrontar con la saturación de adaptaciones de la tradición folclórica al presente.
Estamos ante un modelo de cómo hacer bien ese trabajo, gracias a dos incansables investigadores sonoros: el inglés Will Holland, «Quantic» (Los Míticos del Ritmo, Quantic Soul Orchestra), y el colombiano Mario Galeano (Frente Cumbiero, Los Pirañas). Juntos crearon un ensamble con los nombres más selectos del sonido tropical de las últimas cinco décadas. Y en la seriedad del asunto, Ondatrópica es una increíble lista de estrellas: Fruko (la principal cabeza artística de Discos Fuentes), Aníbal Velásquez (gestor del vallenato moderno), Michi Sarmiento (referente de la edad dorada de la salsa en Colombia), Alfredito Linares (decano de los salseros peruanos), Pedro Ramayá Beltran (el lado más rebelde de la gaita campesina), Marcos Micolta (maestro difusor del folclor del Pacífico), Wilson Viveros (inolvidable timbalero y actor humorístico), Fredy Colorado (otro gran percusionista) y Rafael Benítez (ilustre cuota de las bandas papayeras).
A ellos se suma una lista de nuevos talentos que aseguran una respetuosa y enriquecedora contemporización del sonido de las leyendas. Y tras meses de trabajo el resultado al fin está disponible. Un álbum doble grabado en formato análogo, al modo de los años 70, en los míticos estudios de Discos Fuentes en Medellín. Desde julio viene la fase de presentación, donde por la cantidad y calidad del All-Stars, el ensamble se redujo a diez músicos que adaptarán en vivo lo grabado. Y ahora que vienen los Juegos Olímpicos, la gira internacional inicia en Londres en el marco del festival BT River of Music.
En el álbum hay que ver el tremendo material que trae Ondatrópica. El inicio de cuerdas eléctricas en «Tiene sazón, tiene sabor» nos advierte que algo grande está por venir. Las voces de raíz cantaora, el toque chichero, la percusión medio salsera nos lo confirman. El deleite sigue con «Punkero sonidero», toda una ensalada de vanguardias que se extienden en el tiempo: desde el acordeón vallenato hasta el toque orquestal con aroma a raspa setentera, el órgano experimental traído de escenarios en apariencia ajenos. Y para seguirnos sorprendiendo aparece «I Ron Man». Una parodia de muerte lenta, una profanación al clásico de Black Sabath donde la inconfundible melodía sirve ahora para cantar que ‘el ron se acabó’; el metal, nos lo recuerda este tema, también es aquello con que se fabrican las guacharacas, los timbales o los clarinetes. A su modo, el Sabath vuelve a ser negro.
En «Suena» la sorprendente Ana Tijoux recorre el mundo sonidero con el correspondiente (y reverente) crédito a la costa Caribe colombiana. Y la tornamesa que no tuvo la rapera, aparece en «3 reyes de la terapia», un champetero título que va más allá, proponiendo una inusual remezcla donde se encuentran el acordeón vallenato y la percusión vocal o beatboxing. También tenemos a «Locomotora borracha» con gratos y virtuosos honores al ritmo del porro en un poderoso ensamble de vientos y percusión al que se suma un lisérgico teclado. A eso también juega, con el enriquecedor aporte de una cantaora, «Dos lucecitas». Y al mismo modo, los ritmos, voces y correos humanos que alguna vez surcaban el Magdalena los tenemos potentes en esa evocación del canto campesino que es «El caimán y el gallinazo».
Y hablando de aguas está «Remando», una cascada de sonidos donde al cumbieo se le suman tremendos toques de jazz, salsa y funk. DJs, los invitamos a servir ese plato. Y hablando de salsa brava, esta reaparece en «Bomba trópica» y «Linda mañana», donde ahora la batuta se traslada a Santurce, Cali, El Callao o Caracas. Con ese mismo virtuosismo llegan la extensa «Descarga trópica» y «Papi Singaling», este último tema que no olvida al negro Bronx y al boogaloo, el mestizo hijo de sus residentes latinos. El recorrido antillano continúa con «Ska Fuentes», un nado hasta la otra orilla del caribe, en Jamaica, que honra al ska y la discográfica que conserva la obra de buena parte de las estrellas de Ondatrópica.
Si de raíces jazzeras se trata, qué mejor que bajarle a las revoluciones con el «Swing de Gillian», donde se evoca a esas bandas hermanas que hace un siglo navegaban el Misisipi. Y yendo más lejos en la búsqueda de raíces aparece «Libya», un ensamble instrumental que sirve para recordar que la raíz africana también tiene algo de la otra África, la del norte del Sahara. «Rap-Maya» está ahí para recordarnos que el rap es una continuación histórica del repentismo y los juegos vocales de los griots que por toda América evolucionaron en un abanico de géneros. «Cumbia espacial» y «Curro Fuentes» son dos estímulos directos al corazón cumbiero, en ese piano que también recuerda el análogo y nostálgico sonido de los años setenta, al modo de «Gaita trópica». Los tres últimos son poderosos golpes de guacharaca y vientos que garantizan muchísimo sudor. Todo un viaje al carnaval, a la edad de oro de los conjuntos tropicales y a la profunda erudición de los que armaron este quien-es-quien.
«Traigan la batea» continúa magistralmente el ejercicio etnomusicológico, ahora con los aires igualmente negros del Pacífico colombiano. «Mi negra» es una cumbia con toques de paseo vallenato que suena a Alejo Durán resucitado, a las generaciones completas de Corraleros de Majagual, a las parrandas pantagruélicas de Cien años de soledad, a todo eso junto. Por la complejidad del experimento, no sabemos si este proyecto sobreviva a un segundo álbum. Aún así, no importa, ya que su legado y su importancia histórica están más que asegurados.
Y es que este álbum es de esos trabajos cuya memoria debe perdurar y cuya difusión debe extenderse, porque aquí está el ejemplo de los logros y la inmensidad de talentos que con décadas de longevidad, hoy reinan en noches, calles y bailadores tan diferentes alrededor del mundo. Ondatrópica hizo, para dejarlo claro, uno de los mejores álbumes que se hayan hecho en años en Colombia.
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