Las big bands del medio siglo (2014)

Publicado originalmente en RBMA Radio Panamérika, el 7 de abril de 2014.

En enero de 1949 la revista Semana, dirigida por el bogotanísimo expresidente Alberto Lleras Camargo, dejó a un lado los temas políticos para dedicar un extenso informe a un fenómeno que invadía triunfante el gusto colombiano: la música de la costa Caribe.

En ese maravilloso documento -que podemos leer completo en este enlace– la prensa cachaca se rendía ante quienes catalogaba como los grandes compositores de la música costeña: José Barros, José María Peñaranda, Alex Tovar, Pacho Galán y especialmente Lucho Bermúdez, la cabeza del fenómeno sonoro, cuyo sonido pondera la revista en franca contravía del mito de que la cumbia y sus derivados fueron duramente resistidos en el interior durante esos años. Tal parece que no, ya que Lucho y los suyos eran los ídolos de una moda indiscutible que se tomaba la radio y los salones de baile en Bogotá, para luego escalar al resto del país y del continente. Y a falta de otros canales de difusión en Colombia, sería el cine mexicano el que llevaría esos aires a la pantalla, en las manos y rostros de María Antonieta Pons y Meche Barba.

Mediaba el siglo XX y la cumbia y su hermano el porro se metían al repertorio sonoro del Caribe, el mismo que entonces se había adaptado al formato orquestal de las big bands norteamericanas. Así, la «orquesta latina» también era cumbiera y colombiana, un fenómeno que como era de esperarse, figuró con honores en los primeros catálogos de Discos Fuentes.

Y aunque en 1949 el boom era tal que merecía portadas, este no nacía de un día para otro. El propio Lucho Bermúdez, con su talento precoz, venía desde 1934 metido en los estudios de Fuentes (para la emisora y luego para la discográfica). Allí le editarían sus primeros discos de 77 antes de que lo sedujera una RCA que llevaría su música por toda América. Dentro de lo que conserva Fuentes está el material que en 1961 se incluyó en el LP Cartagenerita. Esta es La Gaita de las Flores, la misma que recientemente redescubrió y reeditó Soundway abriendo paso a numerosas remezclas que se hacen en el presente.

Poco antes de esa gaita otra composición del gran Lucho sería editada con la etiqueta amarilla y cartagenera de Fuentes, se trata de «Kalamary», homenaje al pueblo indígena que habitó en tiempos prehispánicos la bahía de Cartagena. La gran interpretación va por cuenta de la orquesta de Pacho Galán (el otro prócer de las big bands costeñas, en calidad de pionero del jazz en Barranquilla) y la voz la aporta su inseparable vocalista Emilia Valencia:

En esas andamos cuando Fuentes está en su edad de oro, estrenando el sonido estéreo y sus admirados estudios de Medellín. Hasta allá llegó un director de orquesta nacido en Cali, muy lejos del Caribe. A finales de los 50 le correspondería dirigir orquestas hechas en la ciudad que tenían la particularidad de ser de estudio, es decir hechas para ensayar las bondades del sonido orquestal grabado: la Orquesta de Edmundo Arias (con el nombre del director y grabando para Fuentes) era uno de los nombres de esos proyectos. El sabor de la percusión y los vientos de «Ligia» (dedicada a la esposa de Arias) dan razón del logro técnico:

El legado de esta trinidad (y de los otros genios que les antecedieron) se expresaría en el sonido de innumerables orquestas en los años 60 que seguirían abanderando el liderazgo de la música costeña en los bailes de Colombia y la popularización de la cumbia en el resto de América (Clímaco Sarmiento, Sonora Cordobesa, Juan Piña, Pedro Laza…). Como muestra, les dejamos una grabación monofónica de la Orquesta Montería Swing, «La gaita de José Daguer»:

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