Publicado originalmente en RBMA Radio Panamérika el 17 de enero de 2014.
Una de las casas discográficas más antiguas del mundo (que aún funciona en el presente) es de América Latina. Y no sólo eso, ya que durante el siglo pasado, desde sus estudios y prensas se puliría el gusto musical de generaciones enteras, primero en su natal Colombia y luego en no pocos países del hemisferio.
Se trata de Discos Fuentes, uno de los ejes imprescindibles a la hora de narrar la historia de la música popular en esta parte del planeta. Antonio «Toño» Fuentes López es el nombre de quien gestaría el milagro. Educado en Estados Unidos por una familia que le inculcó el sueño de continuar con su negocio farmacéutico, quiso la vida que este personaje desviara esos planes al conocer el tornado artístico y tecnológico que significó para la cultura estadounidense la masificación del jazz en los años veinte y treinta.
En el camino a casa, combinaría esa experiencia con el mercado de nuevas músicas que de Cuba, México y Puerto Rico se tomaba poco a poco el Caribe; por último, sería testigo atento de la multiplicación de cumbias, porros y mapalés que desde las comunidades campesinas se tomaba el gusto sonoro del Caribe colombiano. Y esa música del pueblo, a pesar de ser un hombre de la élite, nuestro protagonista nunca despreciaba. De reconocer todo eso nació en 1932 una de las primeras estaciones radiales del Caribe colombiano: la Emisora Fuentes.
Del aprendizaje técnico y el olfato comercial surgiría muy pronto la idea de grabar y editar los sonidos alegres que tanto apreciaba Toño, para hacer perdurable y más vendible su obra. Se fundaría así Discos Fuentes, el primer sello discográfico del país, el 28 de octubre de 1934. Desde entonces esa etiqueta amarilla con un grabado de la emblemática Torre del Reloj de Cartagena, fue la marca de grandes hitos en la discografía colombiana: la toma del sonido rural en las elitistas ciudades costeñas, la invasión del sonido costeño al aún más reacio interior andino, el primer acetato prensado en Colombia (según versiones es Las mujeres a mí no me quieren de Guillermo Buitrago, 1943), el primer larga duración editado en estéreo (Navidad negra de Pedro Laza y sus Pelayeros, 1960), el decano de los compilados de fin de año (los infaltables 14 cañonazos bailables, 1961), el hogar de la fecunda obra de grandes compositores (Calixto Ochoa, Clímaco Sarmiento, Fruko, Isaac Villanueva, Quique Bonfante…), la difusión del llamado «sonido paisa» tras el traslado del sello a la industrial ciudad de Medellín, pero también de la salsa, el vallenato «urbanizado» (¿quien en Colombia no identifica los saludos al ingeniero Pedro Muriel?) y hasta el expansivo rock de los noventa (una relación que hoy los músicos recuerdan como agridulce), los primeros prensajes locales de cidís (el compilado Música tropical de Colombia, 1987), el «reencauche» en las últimas décadas de los clásicos como tabla de salvación y el hecho de su actual supervivencia, adaptándose a la decadencia de los formatos físicos de edición musical.
Y fuera de las fronteras de Colombia, el papel de Discos Fuentes también es muy importante. Como referente principal de la discografía colombiana, el sello contribuyó enormemente a la difusión de la cumbia por todo el continente, antojando hasta el presente a coleccionistas, nostálgicos y por supuesto músicos de todas partes. Su catálogo es hoy, a la cumbia, lo que es Fania para la salsa, Motown para el sonido afroamericano, Deutsche Grammophon en la música docta o Blue Note para el jazz. Ese halagador gesto del mercado global sería correspondido por Fuentes muy temprano, a través de la «repatriación» de muchas de esas obras tropicales hechas primero en Perú, Argentina o México, pero con el sello local de las orquestas radicadas en sus estudios (es por eso que hoy muchos creen que «Colegiala», «Los cien años de Macondo», «El cuartetazo» o «Cariñito» son canciones colombianas).
Extendiéndose a muchos otros géneros, la ilustre historia de Fuentes es también la historia de (tomemos mucho aire) Lucho Bermúdez, Alejo Durán, Edmundo Arias, El Caballero Gaucho, Los Teen Agers, Los Corraleros de Majagual, Los Hispanos, Lizandro Meza, Jorge Oñate, las Sonoras Matancera, Dinamita y Carruseles,Joe Arroyo, Alci Acosta, Piper Pimienta, Pastor López, Jorge Velosa, Petrona Martínez, Gabino Pampini, Los Tupamaros, Aníbal Velásquez, Los Yetis, Peregoyo, Abel Antonio Villa, Kraken,Afrosound, Los Golden Boys, Estados Alterados, Pacho Galán, Darío Gómez, los Chiches y losEmbajadores Vallenatos, Luis Felipe González, Ondatrópica…
No son sólo los ochenta años de Discos Fuentes, son también los ochenta años de un conjunto de reliquias musicales que han tenido la suerte de guardarse en un solo archivo. Y allí se resume casi un siglo de hazañas, memorias y también desaciertos que nos sirven mucho para comprender lo que ha sido y es hoy la industria discográfica del continente.